Esta pintura al óleo sobre madera de la colección «Paisajes perdidos, paisajes recobrados», enmarcada en un elegante marco dorado, captura la esencia misma de la vida vegetal, con plantas que se despliegan a lo largo de todo el lienzo en una danza orgánica.
Con una paleta de tonos verdes vibrantes, Fernández Morán da vida a cada hoja y tallo, infundiendo a la obra un carácter dinámico y lleno de energía. El peculiar toque del artista es evidente en cada pincelada, añadiendo un elemento distintivo que hace que esta obra sea reconocible entre todas.