El próximo sábado 27 de febrero tendrá lugar la inauguración de la exposición “Malentendida” de Menchu León. Podrá visitarse desde las 12:00 horas del mismo día hasta finales del mes de marzo.
Menchu nos presenta una colección de más de veinte obras dividida en dos partes en las que trata diferentes temáticas, que podréis leer con más detalle a continuación explicado en palabras de la artista.
¿Mal entendida o mal entendido?
Mal entendida es el femenino de mal entendido. Este se define como una: Mala interpretación, o equivocación en el entendimiento de algo.
¿Entonces qué o quién es la mal entendida?
Nada, ni nadie o ambas cosas. Es una reivindicación de la construcción de la pintura en el soporte. Que el protagonista de la pintura sea la propia pintura, más allá de la representación que en él aparezca. Es una constante búsqueda de la abstracción a través de la figuración, la materia como única protagonista de la obra. En mi forma de manchar trabajo por capas, casi siempre seco sobre seco, evitando los difuminados, y buscando siembre la huella de la pincelada. Procuro no desarrollar hasta el final todos y cada uno de los elementos que componen una figura, ya que considero que estos no son importantes para expresar el resultado y que el espectador es quien los interpreta.
La palabra mal puede interpretarse como negativa, ¿pero realmente qué es lo que está mal?
Mal sería si se definiera la pintura figurativa, realista o incluso hiperrealista como empoderada del bien. Habríamos de acoger este tipo de pintura, la que yo realizo, como abanderada de lo que está mal.
Nos regimos por una serie de normas, de composición, pesos en la imagen figura fondo, armonización del color. Pero estos pueden romperse en cualquier momento, crear unas excepciones que nos sitúen como visualizadores de imágenes en una posición algo incómoda en la que nosotros tengamos que hacer el esfuerzo de terminar de componer esa imagen.
Y hablando de la exposición ¿Qué se podrá ver?
Esta se compone de dos partes:
La primera es un homenaje a Ubrique, en particular a las costureras. A esas máquinas de coser que tan bien conocen ellas, son obras que hablan de esa industria, esa identidad que lleva este pueblo. Ubrique, pueblo blanco de Cádiz, que cuando andas por sus calles, inspiran a un sinfín de paisajistas. Quizás porque el paisaje no es lo mío, cosa que admiro en muchos pintores de la zona, he querido hablar más de las entrañas de este lugar, de los latidos que circulan en el interior. Los boliches me parecen sitios muy inspiradores, llenos de composiciones muy cargadas de elementos que te transportan de un lugar a otro. Lejos de esto, con estos interiores he querido aislar la máquina para hacerla más protagonista, bajo esos focos que las presentan casi de manera teatral. Se trata pues de una investigación dentro del bodegón.
Por otro lado, podemos ver la obra que más desarrollo, esa construcción de figuras humanas, sobre fondos en su mayoría planos. La incorporación de sprays y pinceladas anchas que tapan elementos fundamentales, un juego entre lo que ha de enseñarse y lo que no para superar el contenido de quién es esa persona que aparece representada en ese cuadro. Es mucho más interesante, a mi parecer, acercarse a estas obras desde un punto de vista pictórico, disfrutar con la composición, con la evocación que te produce el planteamiento. El retrato siempre resulta complejo a la hora de ser adquirido. Invito a que se supere esta barrera y se piense en la adquisición desde un punto de vista artístico. Es una obra, no hay que preocuparse tanto por lo que representa sino por las emociones que estas nos planean cuando la miramos.
